Novela Technotitlan: Año Cero (primera parte)

Esta es la primera parte de la novela de Technotitlan: Año Cero. Consta de 14 capítulos. Después de acabar esta primera parte, favor de recordar que son cuatro partes. Se publicó en Internet por primera vez en 1998. Se publicó impresa en edición de autor en 1999. Aquí está de nuevo.

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Aquí hay cine, rock, tv, historia, ciencia, temas de tendencias, comentarios de noticias, y mil cosas más que se me irán ocurriendo... Por otra parte hay más blogs, tengo uno de cuentos, otro es sobre las crónicas de nuestras guerras secretas, Además el de mis novelas, esos están allá a la derecha. Sean bienvenidos...

Monday, October 02, 2006

3. Voces


HASTA EL MOMENTO, Páris no había vacilado en absoluto en ninguno de sus movimientos. Pero al ver la carpeta titulada «El Libro de Emilio» no supo qué camino tomar.
La duda le inundaba la razón y le paralizaba parcialmente (recordó en ese instante una frase que leyó por ahí: «algo de duda te ayuda a enfocar el pensamiento y a moverte; mucha duda te puede llegar a paralizar».)
El «libro», ¿sería «de Emilio» como en el caso en que él, su papá, lo escribió? ¿O quizá sería «de Emilio», en el otro caso, en el que él, su papá, lo adquirió de algún modo y, por tanto, fue de su propiedad? Y había una tercera posibilidad: ¿qué tal si era más bien, acerca de él?
Además, estaba lo de la fecha, ¿1992-1993? Era su propio año de nacimiento. ¿Tendría alguna relación? Todavía había muchos agujeros en su biografía, quizás ese libro tuviere que ver con él mismo.
Se contuvo las ganas de hojearlo y de ir leyendo porciones de texto al azar. Lo único que se permitió fue revisar las hojas en forma rápida. Partes del texto corrieron ante sus ojos. Cartas pegadas a las hojas y muchos diálogos le llamaron la atención. Pero los leería en su momento.
Cómo tal vez ninguna de esas especulaciones tuvieran sentido, Páris hizo lo que más le pareció correcto. Y así fue como tomó el primero de los documentos y recortes que conformaban la carpeta.
La primera hoja estaba suelta. Aparentemente era de un libro o revista, Páris hubiera seguido haciendo conjeturas, pero empezó a leerlo, por fin.



Preludio.

Y la gente reía. Y la gente estaba feliz.

La calma que precede a la tormenta.
Presenciar los vientos del cambio.
Dejarse arrastrar por la marea o por la corriente.
La tormenta que se desata.
Estar dentro del remolino del caos.

Ser joven en 1968 fue como estar dentro del mismo ojo del huracán.

* * *

¡MÉXICO 68! ¡MÉXICO 68! ¡MÉXICO 68!
¡MÉXICO 68! ¡MÉXICO 68!


Páris no entendía nada. Tomó el siguiente papel. Éste era un recorte impreso que tampoco supo de dónde provenía, a ciencia cierta, si de un periódico o de una revista.

Es evidente que, en estos tiempos espaciales y olímpicos, en todo el mundo se respira un ambiente de transformación. Es el tan anunciado final del status quo.

«¿Qué será un status quo?», se preguntó Páris.

Todos estamos de acuerdo: la situación no puede seguir igual. Las mayorías opinan: la meta ya no es el hecho transformado, sino el cambio en sí. El cambio por cambiar. El cuestionamiento de todo, o más que eso, el cuestionamiento del Todo. Cuestionar por cuestionar. El investigar el motivo de lo que nos rodea. Hoy todo es dudoso. La autoridad, y, sobre todo, sus manifestaciones (gobierno, maestros, padres) serán enjuiciadas y castigadas si se les encuentra culpables.
Habrá justicia.


«¿Enjuiciar la autoridad? Pero, ¿a quién se estará refiriendo?»

Llega el momento en que las nuevas presiones hacen que la tranquilidad y la estabilidad aparente se desplomen, dando lugar a que se vuelva a edificar una sociedad con más justicia, con nuevas bases, con nuevos pilares formados desde el sentido común para beneficio de la gente, sin demagogia, sin falsedades, sin mentiras.

La purificación. La destrucción total del actual entorno. Ésta aún no está considerada, pero se hará si fuere necesario.

Sólo los restos arrasados por los fuegos nuevos quedarán como testigos mudos.

Los fuegos nuevos que llevarán consigo la esperanza de la nueva creación. La nueva oportunidad. Un nuevo comienzo. Un nuevo Génesis.

Romper las cadenas. Robar el fuego de los dioses. Ser los nuevos Prometeos.


—Guau —es lo único que acertó a expresar. Continuó leyendo:

Aprovechar el momento. Eludir las fuerzas oscuras que sólo quieren mantener ese estado mental con sus epítetos tan terribles: status quo. Las fuerzas oscuras que quieren mantener a toda costa su posición conseguida al precio supremo de mucha sangre del pueblo ignorado y sufrido.

Pero ellos dicen una y otra vez: No piensen en el futuro, éste se arreglará sólo, además, ¿qué podría pasarnos?

Tengo ganas de vomitar.


Interrumpió la lectura. Hasta este punto a Páris todo se le había hecho interesante. Pero había más preguntas: ¿Cuál era el objetivo de este documento? ¿Por qué él no entendía?
Escuchó un ruido.
Nervioso, se alertó. Miró a su alrededor, de repente, reparó en el hecho de que no había limpiado gran cosa en todo el tiempo que llevaba en el viejo cuarto. Se encontró sin mucha justificación, inmediatamente hizo un estimado de lo que faltaba para que llegara la señora Alcira y la abuela y concluyó que todavía podía manejar la situación. Decidió continuar.
Éste era otro documento extraído de quién sabe donde. Páris se acomodó de nuevo a leer sentado sobre la anticuada cama. Traía similar al anterior una anotación con tinta: «Fragmento de ‘Paternalismo’ de E. Fabio, ‘Fábulas de lo Habitual’, 14-agosto-1968».


Shhh, el mundo nos observa. Aquí nos dicen, con voz bajita:
‘No hagan ruido. No se muevan. No respiren». Los agentes de Potemnkin ejercen su poder.

«¿Quién será Potemnkin?», se preguntó Páris.

Arreglen todo, pinten todo… Báñense, limpien, pulan, trabajen, construyan, sin cesar, sin cesar, porque el mundo nos observa desde afuera. Y ya vienen para acá. Cállense, no discutan, no peleen, por favor, no digan nada, lavemos nuestra ropa en casa.

«¿A quiénes les habla?», pensó, intrigado.

No nos exhiban. Por favor. No hablen fuerte. No se quejen. No protesten. No se aprovechen de la situación. No hagan que les tengamos que corregir. Ustedes bien saben como es esto. Los queremos y ustedes nos quieren, ¿no? Porque sí nos quieren ¿verdad?
Digan que son felices y que están contentos. Por favor, digan que así quieren que sean las cosas. Digan que están satisfechos. Digan que todo es perfectible. Digan que estamos a un paso de lograrlo, con la ayuda de ellos y, por supuesto, con la ayuda de ustedes.
Digan que su gobierno, nosotros, hemos sido buenos y que no los hemos defraudado. Piensen que hay que darles la mejor impresión. Piensen que ellos no nos conocen muy bien. Imagínense si se van de aquí con una idea equivocada. Imagínense si se van de aquí con la idea de que todavía existe un México Bárbaro.

—México Bárbaro —repitió Páris en voz baja. Siguió leyendo.

Ustedes no querrían que se fueran con una idea tan lamentable, tan equivocada, tan malintencionada...
No se pongan así, escúchenos. Estamos haciendo lo posible por dialogar. No, ahora no pidan eso, saben que es muy difícil ceder sin que tenga un costo. No, no me cuestionen, va a haber visita y tienen que estar callados, ya han estado callados antes, ¿por qué ahora les ha dado por hablar de más?
Sí, hemos sido muy felices. No saben cuánto los queremos a ustedes, ustedes que han sido buenos niños, han sido buenos hijos, no me causarán problemas, ¿verdad?
Mis hijos, mis hijitos que los quiero tanto, yo nunca les pegaré, nunca...
(Shhh, el Mundo está ahí, espiándonos, buscando el pretexto…)
Ellos, qué conocen de México. México tiene muchas caras. Lugar de pirámides, lugar de gente mestiza, lugar donde los hombres al morir se convierten en dioses. Antesala del primitivismo. México mágico. Nación de artesanos, de artistas, de creadores. Nación triste, mezclada. Nación que aspira a algo mejor. Nación supersticiosa. Nación de sólo unos cuantos afortunados. Nación revolucionaria.
Lugar donde los mitos revolucionarios se convierten en realidad. Lugar donde se funden el águila, la serpiente emplumada, la muerte, la vida, la alegría, la tristeza, los conquistadores, los conquistados, las esperanzas, la fatalidad, la miseria, la riqueza, el lugar común al que todo mexicano aspira.
(Shhh, el mundo está al pendiente de nosotros...)
País en vías de desarrollo que busca un lugar en el concierto de las naciones más avanzadas del orbe. País que busca y niega una misma identidad simultánea. País al que le conceden un lugar en el espacio. País al que se le da un gentilicio. Que fue rapiñado por mucha gente de fuera, lo cual era natural, y por mucha gente de dentro, lo cual también era natural.
País en donde se cumple al pie de la letra la propuesta de Orwell en el que todos somos iguales pero que algunos somos más iguales que otros.
País en donde la tragedia, la comedia y el Cosmos se envuelven en un tragicósmico abrazo amoroso. País en donde el absurdo es la regla más que la excepción. País que sugiere la continua percepción de la herencia árabe de su padre español en el cotidiano fatalismo del ‘ojalá’, del ‘mañana’.
País violento, país sangriento, país sin alma en el que puedes morir o llegar a ser enterrado si moriste lejos de ahí. País en el que naciste llorando y en el que al final llorando te dirán adiós. País extraño y lánguido en donde las lágrimas corren y correrán. País politeísta, país de un solo Dios verdadero. País que vive y pervive en su religión.
País cínico, país burlón. Nación de designio supremo. Nación de naciones. Nación de lenguas vivas y de lenguas muertas. Nación de diversidad. Nación de odios. Nación de amores.
(¡Pobres! Ellos ignoran que...)
...México es un país autodescriptible. México es un país indescriptible. En México vives en la incertidumbre. Como México no hay dos. Algo que nos mortifica: ¿por qué la gente que no es mexicana no lo entiende?
Pero gracias a Dios en México no hay angustia existencial; en México no hay lugar para las dudas del ser. En México no hay lugar para la violencia de un fanático, de un desquiciado. Los desquiciados en México no salen a la calle ni se suben a una torre para disparar a la gente indefensa como patos en feria.
Ellos no lo saben pero los que sí sabemos de México estamos seguros de que Dios, el Presidente, el Partido Revolucionario Institucional, la Televisión, la Lotería, el Mañana, la Raza de Bronce, la Fiesta, la Magia, el Mal de Ojo, el Día de Muertos, la Violencia, el Líder, el Ejido, la Revolución, el Alcohol, Juárez, el Contraste, el Siempre, la Inalterabilidad, el Colonialismo, la Brutalidad, la Costumbre, la Superstición, la Duda existen, y existirán todos juntos por siempre...
Shhh, el mundo nos está observando y ellos no lo deben de saber...
Porque…
…el mundo cree que somos una nación risueña. Porque el mundo cree que somos un ejemplo de estabilidad; porque el mundo cree que estamos aprendiendo buenos modales para cuando nos inviten a cenar;
Y el mundo permitió que hiciéramos la fiesta olímpica; porque el mundo cree que somos un país en proceso de maduración; porque el mundo cree en tantos ideales que no son y que nunca lo serán…


«Está hablando de las Olimpiadas, son las Olimpiadas».
Llegar a este punto le creó a Páris un sentimiento de confusión. Con más razón se preguntaba: ¿por qué alguien haría esto?


Pero se olvida que hoy mismo el mundo está sorprendiéndose al mundo mismo, porque están sucediendo portentos, extraños y maravillosos...

Al final del recorte había un extraño poema:

Y el mundo, ese mundo atento,
ve el cambio que trasciende con fascinación,
como si estuviera viendo la llama de un cerillo
que está sostenido por sus propias manos,
y la llama, en un proceso lleno de magia extraña
va consumiéndolo poco a poco...

Y la llama ilumina y se consume
y la llama destruye,
va descendiendo,
poco a poco hacia su mano,
inexorablemente,

El cambio es un fuego que devora.
Fuego devorador que augura el mismo cambio.
Porque dicen que la llama es necesaria
para encender y evadir la oscuridad.

Pero si alguien jugase con el fuego, podrá quemarse...
...porque el que juega con fuego corre un riesgo,
sobre todo cuando lo hace por vez primera.

México juega ahora con el fuego olímpico
y su gente juega ahora con el fuego de la libertad.

Con el fuego de la libertad, por vez primera...
* * *
¡MÉXICO! ¡MÉXICO! ¡MÉXICO! ¡MÉXICO!
¡MÉXICO! ¡MÉXICO!


Fin de preludio.

«Raro final», se dijo para sí Páris. Pero ese nombre de su país entre signos de admiración le resonó en los oídos como si hubiera sido exclamado en las voces de mil, diez mil o más gargantas, diciendo lo mismo.

1 Comments:

Blogger Unknown said...

Capítulo inmerso en mil dudas y en fascinación.
Obliga al lector a continuar

Paloma

9:10 AM  

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